La pobreza, la violencia, la corrupción y la delincuencia del narcotráfico son desde hace décadas los factores que sumergen una y otra vez en graves crisis a los países de Latinoamérica. Para muchos de los más de 500 millones de católicos del subcontinente, la Iglesia es el único apoyo que aún les ofrece esperanza. No obstante, desde hace 40 años la Iglesia local lamenta el descenso creciente del número de fieles. Con nuestra ayuda pretendemos aliviar las necesidades de las Iglesias locales y además contribuir a iniciar un cambio para que más personas puedan encontrar de nuevo un hogar en la fe. En 2018, un 13,9 % de nuestro volumen de ayuda total fue a parar a Latinoamérica.
“Hay problemas que no tienen soluciones, solo historia”. Esta cita del filósofo colombiano Nicolás Gómez Dávila puede aplicarse muy acertadamente a los problemas de Latinoamérica. Los recientes disturbios políticos en Venezuela son solo un ejemplo entre muchos.
« En 2018 recibimos 1.336 solicitudes de ayuda procedentes de Latinoamérica »
En la mayoría de países latinoamericanos, la arbitrariedad política, la corrupción, las sectas, la mafia del narcotráfico, la violencia y el desempleo han cobrado dimensiones que a veces ponen incluso a la Iglesia ante retos aparentemente insuperables. Con frecuencia son los sacerdotes, los misioneros y las religiosas quienes advierten de las injusticias. Pero la falta de nuevas generaciones de sacerdotes es dramática, y la oleada de sectas en rápido aumento causa grandes dificultades a la Iglesia. Por eso no es de extrañar que en 2018 hayamos recibido un total de 1.336 peticiones de Latinoamérica, aproximadamente un 10 % más que el año anterior. Esta cifra la encabezan Venezuela y Brasil, siendo las crisis políticas y económicas las causas principales. Como país misionero con grandes diferencias climáticas y geográficas, Perú sigue siendo un destino prioritario de nuestra ayuda.